Premio al mejor guion en el Festival de Cannes de 2013, “Un toque de violencia”, es una película escrita y dirigida por Jia Zhang-ke,
director chino perteneciente a la llamada “Sexta generación” y ganador del León
de Oro en el Festival de Venecia de 2006 con “Naturaleza muerta”.
La historia del cine chino se estructura en relación a una
serie sucesiva de generaciones de directores que empieza en el periodo del cine
mudo, que correspondería a la “Primera Generación”, y llega hasta el cine que
va desde mediados o finales de la década de los 90 hasta nuestros días y que se
correspondería con la “Sexta Generación”. Esta “Sexta Generación” coexiste con algunos
directores de la “Quinta Generación”, (Chen Kaige y Zhang Yimou son los más destacados),
que comenzaron su andadura a principios de los años 80.
Debido a las circunstancias políticas y sociales del país y
al tardío desarrollo de su industria cinematográfica, lo más interesante de la
producción de la cinematografía china se ha llevado a cabo desde los años 80
hasta la actualidad.
“Un toque de violencia” está estructurada a través de
cuatro relatos apenas relacionados desde el punto de vista argumental pero con
un denominador común: la desesperanza del individuo inmerso en una transformada
sociedad china y la violencia como respuesta a esa desesperación.
Jia Zhang-ke se inspira en historias reales que adquirieron
notoriedad debido a su difusión en las redes sociales de China. El director ha
dicho que seleccionó estas historias porque reflejaban diferentes aspectos de
la violencia y al mismo tiempo se situaban en diferentes regiones geográficas
de China lo que le permitía dibujar un retrato más completo de la sociedad de
su país.
La primera historia trata sobre la corrupción y la desigualdad
entre ricos y pobres que el capitalismo salvaje ha provocado en muchos lugares
de China. El segundo relato nos cuenta una historia sobre la soledad, la
marginación y la confusión del individuo en una sociedad que no entiende. La
tercera historia nos habla sobre la dignidad y el dinero, sobre el precio de la
dignidad; una vez más, Jia Zhang-ke critica el capitalismo desaforado que ha
provocado la aparición de unas clases sociales cercanas a la esclavitud. El
cuarto y último de los segmentos trata sobre la violencia sobre uno mismo producto
de la falta de esperanza que provoca en el individuo una sociedad alienante.
Los directores de la “Sexta Generación” han retomado el
gusto por contar historias que los directores de la generación anterior descuidaron,
en ocasiones, por su interés en mostrar más que en narrar.
A pesar del carácter innovador y de ruptura con la
concepción del cine de sus predecesores, la película sigue siendo
inequívocamente china y mantiene los tres aspectos formales más identificativos
del cine asiático contemporáneo: la duración de los planos, mucho mayor que el
que tienen las películas de Hollywood, la equilibrada composición del plano y
la riqueza de la paleta cromática.
El cuidado que Jia Zhang-ke tiene para componer cada escena,
para encuadrar lo que quiere que se vea y la distribución de los colores dentro
de la misma, consigue que el espectador disfrute de cada plano más allá de su
interés para la narración.
Como ejemplo de uso del color y de composición del plano
podemos revisar la secuencia de apertura en la que después de los créditos
sobre un fondo de hojas de un verde brillante, vemos al protagonista del primer
relato, en plano medio, jugando con un tomate rojo (el color rojo estará
presente a lo largo de toda la película). A continuación, el plano se abre y vemos
al personaje en un lado, sentado en su moto, jugando con el tomate; ocupando la
mayor parte de la pantalla, un camión volcado con su carga de tomates de un
rojo intenso esparcidos por el suelo, en primer término.
Jia Zhang-ke utiliza, además de los planos fijos, los travellings
y la steady-cam cuyos movimientos han sido coreografiados con la delicadeza de
un ballet clásico lo que, unido al color y la composición, acaba haciendo de “Un
toque de violencia”, una obra arte.
Jia Zhang-ke está dotado de un talento extraordinario y es,
seguramente, el director más importante del cine asiático actual. Jacques
Mandelbaum, escritor y prestigioso crítico cinematográfico de Le Monde ha dicho
de él que es “el más grande cineasta
chino de todos los tiempos”.
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