lunes, 31 de octubre de 2011

La crítica cinematográfica


No entiendo la mayor parte de las críticas de cine que aparecen en las revistas especializadas o en los diarios.
Alfonso Sánchez, (1911-1981)
Llevo toda la vida leyendo revistas de cine y críticas de películas y nunca he sentido que esos seres enigmáticos a los que llamamos críticos tuvieran nada que ver conmigo. Tras leer una crítica casi siempre me parecía que yo estaba equivocado en el juicio que había hecho de tal o cual película, pero nunca conseguía entender las razones de haber errado de forma tan clara en mi apreciación de la obra. Las más de las veces pensaba yo que me faltaba formación que, yo que había visto mucho cine y leído mucho sobre cine, no tenía ni idea de cine. Hasta tal punto estaba convencido de esta idea que intentaba no opinar sobre una película hasta no haber leído las críticas e incluso, después de leerlas me convencía de que opinaba yo lo mismo que tal o cual crítico famoso o prestigioso aunque no fuese así.
Hoy en día, después de muchos años, y ya en el otoño de mi descontento y camino del invierno shakespeariano, he comprendido que la crítica en España, salvo honrosas excepciones (Alfonso Sánchez, José Luis Guarner o Angel Fdez. Santos, los tres fallecidos ya), es una crítica a la altura de nuestra historia cinematográfica, es decir, muy pobre.
A la falta de profesionalidad y preparación que, históricamente, han tenido nuestros críticos hay que añadir, en las últimas décadas, algunos defectos que han propiciado que cualquier crítica de cualquier película sea un texto ininteligible en el que se usa un lenguaje florido y rimbombante pero vacío de sentido. Incluso, en alguna ocasión, he probado a coger párrafos de varias críticas de distintas películas y he conseguido hilvanar un texto que podría servir para cualquier reseña con el único cuidado de cambiar los nombres de los autores y el título.
José Luis Guarner (1937-1993), uno de nuestros mejores críticos, (olvidado hoy, injustamente, hasta el punto de que no soy capaz de encontrar ningún enlace decente que hable de él y de su trabajo) distingue dos clases de críticos:
José Luis Guarner, (1937-1993)
a)                 El crítico que parte en busca de profundas exégesis y significados simbólicos, que deforma todo cuanto ve y que hace del camelo una función vital.
b)                 El crítico que se ha inventado una escala de valores establecida de una vez para siempre, y la aplica a ultranza sin encomendarse a Dios ni al diablo, depositario “in aeternum” de los más profundos y recónditos secretos del arte.
Creo que, en nuestros tiempos, abunda una tercera clase de críticos, aquéllos que ven una película y a continuación, simplemente con haberla visto una vez, se ponen a escribir sin mediar ningún tipo de análisis, investigación o reflexión, únicamente por el impacto emocional que le ha producido, como lo haría cualquier espectador, aunque, al contrario que éste, no se limita a decir “me ha gustado”, “no me ha gustado”, “era muy lenta”, “la fotografía era muy bonita”; no, esta especie de crítico escribe un texto para el que el diccionario de sinónimos se queda corto, acumula adjetivos sin cuento e incluso se inventa verbos nuevos que alimenten su prepotente discurso. Muy posiblemente la crítica de cine es, como casi todo, un reflejo de la sociedad en que nos ha tocado vivir y que tiene en la velocidad, la superficialidad y la deshonestidad sus señas de identidad. 
Quienes me conocen, saben que podría seguir escribiendo indefinidamente, pero prefiero acabar ya transcribiendo lo que el personaje de Hemingway le dice al protagonista de “Midnight in París” con la ilusoria pretensión de que alguno de los críticos que pueblan nuestras revistas se sienta aludido: “Ningún tema es horrible si la historia es veraz y si la prosa es limpia y honesta y si manifiesta valor y elegancia bajo presión”.