Ridley Scott ha sido enterrado por la crítica en numerosas
ocasiones y en otras tantas se ha empeñado en resucitar como si fuera un “alien”,
que lo es. Este magnífico director no ha gozado nunca del favor de la crítica.
No me preguntéis porqué, nunca lo he entendido. Sus películas, desde la primera
a la última, han sido vapuleadas sin piedad. Se le ha tachado de frío, de
cerebral, de afectado, de superficial, en fin se le ha tachado de casi todo lo
malo.
Una vez más me da la sensación de encontrarme en minoría.
Acabo de leer tres críticas que aparecen en uno de los blogs de cine más
seguidos en nuestro país. Entre los tres comentaristas le dan, a la última
película de Scott, en todos los lados. Les parece horrible absolutamente todo:
la música, la fotografía, el guión, el montaje, la puesta en escena, el ritmo, la
dirección, en fin…, todo.
A mí, Ridley Scott me parece uno de los grandes directores
de la historia del cine. Sus tres primeras películas que también fueron
denostadas por la crítica: “Los duelistas” (1977), “Alien, el octavo pasajero” (1979) y “Blade Runner” (1982), son tres obras maestras, “El reino de los cielos” (2005) -la versión del
director, por supuesto-, es otra obra maestra. Las demás películas de
Scott son excelentes.
“Prometheus” es una obra maestra a la altura de las tres
primeras. ¿Cómo se puede poner en entredicho a un director que tiene
en su haber, 15 excelentes películas y 5 obras maestras?
“Prometheus” pertenece al género de ciencia ficción. Pero a
un tipo de ciencia ficción que cada vez escasea más, aquélla que plantea
dilemas, que hace preguntas, una ciencia ficción de ideas, la que se hacía en
la época dorada de la ciencia ficción, y ésta precisamente es la ciencia ficción que más me gusta, la
que más aporta, la que crea mundos enteros, la que propone ideas y se hace preguntas
trascendentales aunque no tenga todas las respuestas.