domingo, 19 de febrero de 2012

La dama de hierro, (Phyllida Lloyd, 2011)

Estamos ante una película biográfica de Margaret Thatcher protagonizada ni más ni menos que por Meryl Streep. La película se “organiza”, por decir algo, de forma muy extraña. Vemos a una Margaret Thatcher senil, con pérdidas de memoria y alucinaciones en las que aparece el que fuera su marido Sir Denis Thatcher. A partir de aquí se introducen una serie de flash-backs que recorren su trayectoria.
El material es inmejorable (la biografía de uno de los personajes más relevantes del siglo XX) y el planteamiento, aunque no es lineal es perfectamente asumible para la narración, podría funcionar. Pues bien, con todo a favor, Phyllida Lloyd (la directora) se encarga de facturar un auténtico desastre. Si he de ser sincero tampoco me ha sorprendido puesto que hizo lo mismo con su anterior película “Mamma mía”, un disparate sin pies ni cabeza y una de las peores películas que he cometido el error de ver en los últimos años. Así pues nuestra directora lleva dos de dos.
Únicamente se salva una entregada Meryl Streep que además de una gran actriz está caracterizada de forma maravillosa, de tal manera que, en muchas secuencias, se podría pensar que es la auténtica Dama de Hierro.
Bueno pues, si exceptuamos la actuación de Meryl Streep, todo lo demás está hecho de la peor manera posible.
El guión es absurdo y está construido desde el despiste más absoluto. Y tanto es así, que uno no acaba de saber hacia dónde quiere ir la película. Seguramente tampoco Phyllida Lloyd y su guionista Abi Morgan tenían claro qué imagen querían dar de Margaret Thatcher, y éste es el problema principal de la película que no tiene un objetivo, que no sabe qué pensar del personaje y por tanto el espectador, una vez acabada la película, no sabe nada de Margaret Thatcher, ni cómo era, ni qué era lo que la movía, ni siquiera qué cosas hizo.
Fruto del despiste que impregna toda la película nos encontramos con una serie de evocaciones de la protagonista, ya anciana, que no aportan gran cosa al desarrollo del personaje, además, estos fragmentos, están metidos sin ningún sentido del ritmo, de la oportunidad o de significación de su contenido, y su duración no está planificada de ninguna manera. Así pues, tiene más peso en la película las situaciones de una Margaret Thatcher senil, que no aportan nada que los episodios “significativos” de su vida.
Aunque sea un poco tramposo me gustaría recomendar a los lectores de esta crónica que, después de ver “La dama de hierro”, vean “J. Edgar” para que puedan apreciar que, siendo igualmente un biopic con una estructura similar, en el caso de “La dama de hierro”, Phyllida Lloyd nos factura un “truño”, y en el caso de “J. Edgar”, Clint Eastwood realiza una obra maestra.
Duele que semejante material y semejante actriz se hayan desaprovechado de esta manera. Estoy seguro que hay un buen número de directores y guionistas capaces de realizar una gran película, desgraciadamente se ha optado por elegir a los menos adecuados y el resultado es el que es.

sábado, 18 de febrero de 2012

War Horse, (Steven Spielberg, 2011)


"War Horse", la última película de Steven Spielberg cuenta la historia de un caballo, Joey, desde su nacimiento hasta su participación en la Primera Guerra Mundial.
Sus 146 minutos pasan en un suspiro. La película nos atrapa desde la emoción, algo que no abunda en el cine actual más preocupado por la acción, basta con echar un vistazo a las películas más taquilleras y podemos ver claramente que las grandes producciones apuestan por la acción frenética y los efectos especiales cada vez más espectaculares.
Así pues, Spielberg apuesta por volver a un cine donde los personajes se mueven por emociones, donde los principios son importantes y vertebran las acciones de las personas. Seguramente se le acusará, como ya se ha hecho en otras ocasiones, de sentimentalismo fácil o directamente de “moñas”, pero los amantes del cine, sin duda, estarán agradecidos de poder ver una historia bien contada, bien rodada y que, además, despierta emociones en el espectador.
Spielberg utiliza, en esta película, todos los recursos del lenguaje cinematográfico clásico; desde la composición de los planos, su duración, la cámara casi invisible en las escenas de diálogos, la banda sonora muy cinematográfica, de John Williams, que acompaña la acción en cada momento, o la fotografía, de Janusz Kaminski, en tres calidades completamente diferentes pero adaptadas a la historia.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Moneyball: Rompiendo las reglas, (Bennett Miller, 2011)


Moneyball cuenta la historia de Billy Beane (Brad Pitt), gerente de los Oakland Athletics, un equipo de béisbol de bajo presupuesto que no puede competir con los equipos grandes capaces, cada año, de reforzar sus plantillas con fichajes de jugadores fuera del alcance del presupuesto de Billy Beane. En estas circunstancias, decide cambiar su política de fichajes y con la ayuda de un joven economista llamado Peter Brand componer el equipo en función de las estadísticas.
El argumento no es nada nuevo, un equipo deportivo modesto que inesperadamente alcanza el éxito.
Debo reconocer que la película tiene un mérito enorme ya que consiguió interesarme a pesar de que la mitad del tiempo no entendía de qué estaban diciendo. No conozco el béisbol, no lo entiendo, no comprendo sus reglas y por supuesto ignoro por completo esa especie de Santo Grial que son las estadísticas: bases conseguidas, primera, segunda o lo que sea, carreras, strikes, home run, etc. Así pues un mérito que tiene esta película es que a pesar de no tener ni la más remota idea de lo que se está hablando (y se habla mucho) no desconectas de la película y se sigue con facilidad.
Este hecho es debido a que su ejecución es perfecta, los planos están bien buscados, las escenas duran lo indispensable, la fotografía es la adecuada y por tanto, el ritmo por un lado y el diseño de producción por otro son lo que tienen que ser y esto hay que ponerlo en el haber de su director Bennett Miller que ya dirigió maravillosamente “Truman Capote” con Philip Seymour Hoffman de inolvidable protagonista que fue premiado con un Oscar, también su director y la película fueron nominadas aunque, en estos apartados, no ganaron.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, (David Fincher, 2011)


Después de leer los tres libros que componen la trilogía Millennium y ver las tres películas suecas que se hicieron sobre los libros, acabé un poco harto.
Pues mira por donde, todavía no se me había pasado el atracón cuando David Fincher, nada menos, se decide a dirigir la versión americana del primer libro.
Hacer un remake tan pronto, cuando todavía la historia la tenemos fresca en la memoria y nos acordamos perfectamente de sus protagonistas, de los sucesos, y por supuesto del final parece un tanto descabellado.
Si el motivo de una película, o una historia, es la investigación de un caso con el consiguiente descubrimiento del culpable y el esclarecimiento de la verdad, y esa historia la conocemos al detalle después de los libros y las películas, los alicientes para ver una nueva versión que va a tener la misma historia, las mismas escenas y el mismo desenlace no parece el mejor presupuesto para ponerse dos horas y media delante de una pantalla.
Todo lo anterior puede quitarle el interés a más de uno, y lo entendería, pero quiero decir que comparar la película de Fincher con los libros o con las películas suecas es como comparar a Dios con un francés y que la película interesa, y mucho, a pesar de todo lo dicho. El cine, el buen cine hace eso posible.