sábado, 20 de junio de 2015

Ida, (Pawel Pawlikowski, 2013)

“Ida” es el título de la última película dirigida por el realizador polaco, afincado en Londres, Pawel Pawlikowski. Nada de lo que este director ha hecho hasta ahora nos había preparado para “Ida”.
Rodada en Polonia y ambientada en los años sesenta, en una Polonia comunista y católica que apenas había salido de la postguerra, la película cuenta el viaje de una novicia de 18 años (Anna) que, antes de realizar sus votos, iniciará una búsqueda de sus orígenes en compañía de su tía (Wanda), una mujer perseguida por el pasado y destruida por el remordimiento.
Se trata de una bellísima película en blanco y negro, con formato de pantalla cuadrada y despojada, prácticamente, de música extradiegética.
La cámara siempre estática, sin reencuadres ni travellings, ni grúas, ni contraplanos, se vuelve invisible y el espectador disfruta de unas imágenes que recuerdan a Carl Th. Dreyer.
Los planos, muy a menudo, despojados de todo tipo de decoración están, en ocasiones, compuestos con los personajes en una esquina con gran cantidad de espacio vacío por encima de sus cabezas. Esta forma de encuadrar nos produce un cierto desasosiego ya que nuestra mente “prefiere” la armonía, la simetría, el canon griego de belleza. Este tipo de encuadre junto el estatismo de la cámara, la duración de los planos, la utilización de los primeros planos que, aquí, tienen una justificación emocional, la iluminación que intenta siempre utilizar una sola fuente de luz y el maravilloso blanco y negro, sitúan al espectador en el plano de la contemplación.
Pawlikowski explica los motivos por los que optó por este tipo de estética: “[…] los mínimos elementos y el mínimo movimiento de cámara, no quería introducir ningún ruido en el mensaje. Nada más allá de lo esencial. Así, la historia, el diálogo, la información, el sonido y la imagen se desnudaron a la esencia de ellas mismas”.

domingo, 14 de junio de 2015

Parque Jurásico, (Steven Spielberg, 1993)

Jurassic Park, (Steven Spielberg, 1993), supuso un fenómeno comercial sin precedentes en el mundo del cine. La película recaudó más de mil millones de dólares, generó un merchandising que superó a cualquier producción hasta ese momento y desencadenó una fascinación por los dinosaurios que ha continuado hasta nuestros días.
Durante casi cien años el cine había recreado los dinosaurios a través de dibujos, figuras articuladas que simulaban el movimiento mediante stop-motion y actores metidos en disfraces. Ahora, por fin, podíamos ver dinosaurios “de verdad”, que tenían textura y movimientos fluidos, que generaban sombra, se reflejaban en las superficies brillantes e interactuaban de forma natural con los personajes reales.
Spielberg trabajó con los mejores especialistas en cada campo: miniaturas, figuras mecánicas operadas por control remoto e imágenes generadas por ordenador y combinó estos recursos para hacer creíbles los dinosaurios. El resultado fue deslumbrante y supuso un antes y un después en la utilización de los efectos digitales en las películas.
Sorprendentemente, la mayoría de los críticos se abalanzaron sobre la película como auténticos Velociraptores. Se acusó al film de esquematismo, de falta de profundidad en la caracterización de los protagonistas y, en fin, de mero producto comercial de entretenimiento. No se dieron cuenta de que Jurassic Park es una trepidante película de aventuras en la que los protagonistas son…, los dinosaurios.