jueves, 3 de noviembre de 2011

El árbol de la vida, (Terrence Malick, 2011)



Acudí a ver “El árbol de la vida”, la última película de Terrence Malick, con la mente abierta y el ánimo dispuesto. No quise leer nada sobre la película antes de verla (aunque sí que había visto las 4 películas que Malick ha realizado desde 1973 en que debutó con el largometraje “Malas tierras”). Así pues, me dispuse a poner mis cinco sentidos en lo que se proyectaba en pantalla…, y 138 largos minutos después, mientras pasaban los títulos de crédito, no pude por menos que admitir que me había aburrido, me había aburrido como no me aburría desde que, en mi infancia, en los calurosos veranos de un pueblecito de Teruel, mi bendita madre que en paz descanse, en lugar de dejarme ir a jugar a “indios y vaqueros” me obligaba a dormir la siesta, o cuando, también de niño, en la playa de Zarautz me obligaban a esperar dos horas, antes de bañarme, tras haber engullido un bocadillo de tortilla de patata, para que no se me “cortara la digestión”.
Me dediqué, entonces, a leer todo lo que pillé sobre la dichosa película: críticas en páginas de cine especializadas, blogs de cine prestigiosos, revistas especializadas, etc. ¡Joder! Resulta que es una obra maestra. ¡Mecagüendiez!, por lo visto, no había entendido absolutamente nada. Resulta que acababa de ver una obra maestra, una obra de arte…, y a mí me había parecido una auténtica castaña.
Con la tozudez que nos caracteriza a los maños, con la ingenuidad que, milagrosamente, todavía no he perdido, una Pepsi de 37,5 cl. y un paquete de cigarrillos marca Royal Crown sin empezar, decidí verla otra vez, eso sí, esta vez con más interés, en mi casa y con los cascos puestos para no perderme nada…, y 138 largos minutos después, mientras pasaban los títulos de crédito, no pude por menos que admitir que me había aburrido todavía más que la primera vez y además, para mi desconsuelo, no había sido capaz de ver ni un atisbo de obra de arte en lo que había visto a pesar de haber pasado una y otra vez las secuencias y planos que los críticos ponderaban como una creación maravillosa.
Como quiero ser lo más honesto posible, tengo que decir que la fotografía de Emmanuel Lubezki es una maravilla, pero claro, eso no es suficiente.
Sobre los actores hay poco que decir, Brad Pitt que participa en la producción de la película y disfruta de presencia en plano más que suficiente, está sobreactuado, Jessica Chastain contenida y adecuada, y Sean Penn, casi desaparecido del metraje definitivo lo que, creo haber leído, le supuso un monumental enfado.
Malick no es Kubrick
Así que, aquí estoy, escribiendo en mi blog, (que nadie lee), sobre una película que no me ha gustado y de la que los más prestigiosos críticos españoles y extranjeros opinan que es una obra maestra, a la que le dieron la Palma de Oro en Cannes y que llena los cines desde su estreno.
Yo creo que a la hora de comentar una película, el comentarista tiene que ser capaz de analizar los elementos cinematográficos, los recursos, las herramientas que hacen que unas películas sean cinematográficas y otras no, que unas sean cine y otras sean algo distinto.
Estoy seguro de que “2001: Una odisea del espacio”, (Stanley Kubrick, 1968) es una obra maestra del cine, desde luego, a mi me lo parece. Cuando la vi por primera vez, salí del cine impactado por sus imágenes, entusiasmado por su música, su armonía, su contención y su coherencia interna, estaba seguro de que acababa de ver una obra maestra del cine sin ningún género de dudas, es decir, todo lo contrario que me ha ocurrido con “El árbol de vida”.
El caso es que las dos películas tienen pretensiones similares, incluso el "mensaje" es muy parecido, las dos utilizan imágenes de gran belleza e impacto, las dos utilizan una banda sonora con piezas de música clásica, las dos hacen uso de un lenguaje eminentemente simbólico, y también las dos están dirigidas por directores maniáticos y perfeccionistas hasta rozar lo patológico.
Amigos, pero con tantas similitudes resulta que, a mí, la de Kubrick me parece una obra maestra y la de Malick una castaña insufrible y, hasta cierto punto, irritante. ¿Dónde están las diferencias?
Para empezar, mientras Kubrick hace una película que podría haber sido muda, de hecho casi lo es, Malick se empeña en que sus personajes nos larguen discursos trascendentales y diálogos imposibles y cuando no es así, recurre a una voz en off que nos explica (como ya hacía en “El nuevo mundo”) lo que piensan los personajes, o lo que piensa Malick, o lo que sea.
La película de Malick es excesiva en todo, en lo que dice, en lo que muestra, en el manejo de la cámara en mano, en los encuadres, y también en la banda sonora de Alexandre Desplat y en la música de compositores clásicos; música coral, religiosa, música de Berlioz, Brahms, Mahler, Bach, Smetana, Górecki, Mozart y otros autores, coros religiosos interminables, música que parece ser siempre el último y grandilocuente tiempo de una sinfonía.
Voy a poner algunos ejemplos de lo que llamo excesos en la utilización de recursos que, además, en algunos casos son más que dudosos y me parecen más bien inoportunos:
-          La cámara en mano: tengo que decir que no soy un enamorado de este recurso, más bien me desagrada y por tanto sólo lo soporto si está completamente justificado. No ocurre así en “El árbol de la vida”. Malick ha decidido rodarla casi íntegramente “cámara en mano” y en muchos momentos el movimiento molesta y no aporta dinamismo a la narración que se supone que es su función, (ya sé, ya sé, que a Malick no le interesa narrar).
-          La voz en off: la voz en off puede ser una maravilla (¡Cómo empieza “Rebeca”!) o una pesadez. En Malick es lo segundo.
-          Los contrapicados: en “Ciudadano Kane”, “Sed de mal” y muchas otras grandes películas, aportan una emoción, una lectura del personaje que no necesita palabras. En Malick son subrayados repetitivos que acompaña, por si no fuera suficiente el contrapicado, con la voz en off y la cámara en mano.
-        Los encuadres: a Malick le parecerá muy creativo encuadrar a Sean Penn cortándole la cabeza, o la mitad del cuerpo a Jessica Chastain, debe pensar que todo vale, que también Jean- Luc Godard lo hizo en "Al final de escapada" y que como es Nouvelle Vague pues está bien, pero olvida que lo que en Godard era estructural, en "El árbol de la vida" es meramente formal y esteticista y claro uno acaba no entendiendo nada.
-          La música: música sinfónica incluso para el regreso del padre de su viaje de negocios, ¡Madre mía!
-          Los reiterados: vale ya sabemos que el padre es autoritario y rígido y la madre bondadosa y tierna, pero… ¿hacen falta tantas escenas para definir a los personajes? Una y otra vez asistimos a la misma escena, en la comida, en el jardín, otra comida, otro jardín... Clint Eastwood retrata a su Kowalski de “Gran Torino” en apenas cinco minutos, a los cinco minutos ya sabemos su pasado, lo que opina de la religión, de los curas, de su familia, sus relaciones con sus vecinos y familiares, en fin ya conocemos a Walt Kowalski. Eastwood tiene ese raro talento que también tenía Ford de mostrar mucho con muy poco, con un gesto, con una mirada, con un silencio. ¿Quién no recuerda a Martha, la cuñada de Ethan Edwards (John Wayne en “Centauros del desierto” del maestro John Ford) acariciando fugazmente el capote de Ethan? ¿Acaso no es toda una declaración de un amor imposible con un mínimo y breve gesto bajo la mirada cómplice de Ward Bond?
-          El mensaje: decía el gran Alfred Hitchcock que cuando quería mandar un mensaje utilizaba el correo. Malick utiliza 138 minutos para mandar el mismo mensaje docenas de veces, ¡Coño! que acaba uno hartito de tanta trascendencia.
Por el contrario, en la obra de Kubrick lo que prima es la contención. Kubrick, como Malick hace un alegato sobre el lugar del hombre en el universo, pero la diferencia es abismal. Transcribo a continuación unos párrafos de Roger Ebert sobre “2001: Una odisea del espacio”. No podría estar más de acuerdo con Ebert, ni expresarlo mejor, por supuesto:
“El genio de Stanley Kubrick no reside en cuanto hizo en 2001: Una odisea del espacio, sino en cuán poco. Este es el trabajo de un artista tan seguro de lo que está haciendo que no incluye ni un plano gratuito sólo para llamar nuestra atención. Reduce cada escena a su esencia y deja que permanezca en la pantalla lo suficiente para que podamos contemplarla, para que habite en nuestra imaginación […] La película crea sus efectos esencialmente sin música, ni artilugios visuales”.
Kubrick utiliza la música, (que no es la banda sonora que North hizo para la película), utiliza, digo, la música clásica de forma magistral, y de hecho la película le debe mucho a su música. ¿Quién no recuerda el acoplamiento de la nave espacial, un auténtico vals con música de “El Danubio azul” de Johann Strauss, o el inicio con el monolito y la música de “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss? Son imágenes que tenemos grabadas a fuego en nuestra retina.
En el estreno de “2001: Una odisea del espacio”, transcurrido un tiempo de proyección, Rock Hudson abandona su palco enfurecido y sus acompañantes le oyen decir: ¡Que alguien me explique de qué va esto! No quiero ni imaginar lo que hubiera dicho de “El árbol del la vida”, pero, creo que es posible que al salir del cine, un servidor, dijera “¡Que alguien me explique de qué va esto!”, pero estoy seguro de que nadie me oyó.

4 comentarios:

  1. María Postigo Fernández5 de noviembre de 2011, 0:15

    Sobre esta película he oído de todo, tendré que animarme a verla de una vez por todas!

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  2. Hola JM encantada de volverte a leer. Yo también he visto esta película y la verdad es que al salir del cine me tuve que preguntar si me había gustado o no, al final me decanté por el si, pero fue sobretodo por las escenas del espacio acompañadas de música. La verdad es que ya es revelador que me gusten más las escenas de los planetas que no cuando hablan los personajes, jeje. Te felicito por esta crítica. Bueno un fuerte abrazo y desde ahora tienes una nueva seguidora.

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  3. Enhorabuena por el blog, ya era hora de leer crítica de cine que una simple aficionada como yo, que no experta entienda, estoy cansada de tecnicismos y bucles literarios de críticos que en mi opinión no llevan a nada. Por que aunque tengas mucho que decir, si no sabes comunicarlo no llegas a nadie.

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  4. Película inolvidable!!! Discurre como la vida, como los pensamientos... Un saludo!

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