domingo, 1 de julio de 2012

Un método peligroso, (David Cronenberg, 2011)


“Un método peligroso”, la última película dirigida por David Cronenberg, cuenta las relaciones profesionales y personales entre Sigmund Freud, Carl Gustav Jung y Sabina Spielrein entre 1904 y 1913.
Se trata de la adaptación cinematográfica de una obra de teatro que, a su vez, adaptaba un libro de no ficción basado, en gran parte, en la correspondencia que intercambiaron Freud y Jung. Freud es considerado como el padre del psicoanálisis y autor de la teoría psicoanalítica, y Jung, mucho más joven, fue discípulo suyo aunque, más tarde, discreparía en algunos aspectos con su mentor y acabaría cuestionando varios puntos de la teoría psicoanalítica de Freud e introduciría nuevos paradigmas que Freud rechazó con vehemencia. Estas diferencias, a la postre, acabarían produciendo el distanciamiento profesional y personal de los dos psiquiatras, lo que daría pie a la aparición de diferentes escuelas psicoanalíticas, algo que Freud temía desde el principio.
Vaya por delante que no me creo la teoría psicoanalítica y que tampoco creo en el psicoanálisis aunque reconozco el genio de Freud al abrir una puerta que estaba absolutamente cerrada por la neurología clásica.
A pesar de no creer, tengo que reconocerle dos virtudes a la teoría psicoanalítica y a su herramienta, el psicoanálisis: por un lado la formulación de la teoría es espectacular y tremendamente atractiva, prueba de ello es que prácticamente todo el mundo ha asumido gran parte de su terminología y la ha incorporado a la vida cotidiana: el complejo de inferioridad, el lapsus freudiano, el complejo de Edipo, la interpretación de los sueños, etc. Por otro lado, y relacionado con esto, la teoría psicoanalítica y el psicoanálisis tienen un tremendo potencial cinematográfico y si no, basta recordar la cantidad de películas que, en mayor o menor medida, hacen alusión al tema o lo utilizan como base o explicación del comportamiento de los personajes. Por no hablar de Woody Allen.
No me imagino otro director más adecuado para esta película aunque se pueda pensar, a priori, lo contrario. Películas como “Inseparables”, “Crash”, “M. Butterfly” y otras lo avalan como un director al que le gusta profundizar en territorios oscuros de la mente humana.
Al margen de su idoneidad, podríamos decir conceptual, David Cronenberg realiza un trabajo de dirección de actores extraordinario, los tres protagonistas: Viggo Mortensen en el papel de Freud, Michael Fassbender en el de Jung, y Keira Knightley, están estupendos.
En ocasiones una gran actuación es atribuible al actor en un gran porcentaje, se me ocurre como ejemplo la Meryl Streep de “La dama de hierro”. En otros casos es el director el que controla el trabajo de los actores y es, en gran medida, el responsable de sus actuaciones.
¿Por qué creo que, en este caso, David Cronenberg tiene gran parte del mérito? Pues porque la “acción” de la película se desarrolla en el nivel interpretativo, y por lo tanto Cronenberg se vuelca en este aspecto hasta controlar el más mínimo gesto, el último matiz en la composición de cada uno de los personajes. Voy a poner algún ejemplo: Tanto Freud como Jung están casados, el primero lleva la alianza, el segundo no. Precisamente vemos en un primer plano cómo Marta, la esposa de Jung, se quita la alianza cuando éste la somete a una especie de polígrafo; no es una casualidad ni un error de atrezzo. Sabemos que Jung se plantea su matrimonio, en ocasiones, como un lastre, algo que no le deja avanzar, además, siente carencias y acaba siendo infiel a su esposa repetidamente. A Freud, sin embargo, lo vemos en una escena comiendo con toda su familia, no ofrece ninguna duda su lealtad férrea a su familia, de la misma manera que a su teoría.
Otro detalle de construcción del personaje es que Freud aparece en todas las escenas fumando, y parece que lo hace de forma compulsiva mientras, exteriormente, mantiene una imagen de tranquilidad y control.
Lo que nos narra la película es, por un lado, el nacimiento de una teoría psicoanalítica que pretende explicar los comportamientos humanos, y por otro lado, vemos esos mismos comportamientos en los actos de los tres protagonistas principales y, cómo no, en el extraordinario Otto Gross, el tercer psiquiatra de la película, interpretado inmejorablemente por Vincent Cassell.
Todo esto necesita una minuciosa dirección de actores que Cronenberg lleva a cabo a la perfección consiguiendo que los intérpretes alcancen registros que nunca habían alcanzado en sus carreras, y el ejemplo más claro lo tenemos en Keira Knightley.
Arropando el excelente trabajo de los actores encontramos una puesta en escena muy clásica que se ajusta a la perfección al tono de la película y consigue, además, hacernos olvidar su origen teatral. Las conversaciones están filmadas en diferentes escenarios (parques públicos, jardines, despachos, consultas médicas, el pequeño velero de Jung, el barco que lleva a los dos psiquiatras a Estados Unidos, etc.).
Todo lo anterior está fotografiado de forma maravillosa por el excelente Peter Suschitzky, fotógrafo, -casi nada-, de “El imperio contraataca” y habitual en la mayoría de las películas de Cronenberg.
Es obligatorio mencionar una maravillosa banda sonora firmada por Howard Shore que incorpora piezas de Wagner, como no podía ser de otra manera dado el tema de la película y su relación con las óperas de Wagner.
Para terminar dos cosas: la primera, que el maquillaje de Viggo Mortensen es una chapuza, y la segunda que la película tiene un inconveniente y es que para disfrutarla del todo, es necesario tener conocimientos, aunque sean básicos, sobre la teoría psicoanalítica y el psicoanálisis.
PD: Me encanta el cartel de la peli.

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