“Un trabajo en los confines del mundo.
Cazador a sueldo para una gran empresa petrolera. No sé por qué hice la mitad
de las cosas que he hecho, pero sé que aquí es donde debo estar. Rodeado por
los de mi calaña: ex convictos, fugitivos, vagabundos, gilipollas; hombres
indignos del género humano”
Así
comienza “Infierno blanco”, con la voz en off del protagonista y la imagen de
Liam Neeson caminando hacia la cantina donde se reúnen todas las noches los ex
convictos, fugitivos, vagabundos y gilipollas de los que habla el protagonista.
Las críticas de la película, en
general, no han sido muy favorables y su trayectoria comercial, en España, ha
sido bastante anodina.
Es muy posible que esta falta de
interés de crítica y público se deba a que da la sensación, a primera vista, de
que se trata de una película más de aventuras, del subgénero de supervivientes
en medio de una naturaleza hostil, y amenazados por animales salvajes.
También ha podido influir que su
director, Joe Carnahan, no presenta unas credenciales que inspiren confianza si
tenemos en cuenta sus dos últimas películas: “Ases calientes” y “El equipo A”,
películas de entretenimiento bastante mediocres, la verdad.
Aunque en España ha recibido críticas
negativas, la película ha tenido buenas críticas y ha funcionado estupendamente
en Estados Unidos.
En el primer post de este blog
escribí sobre la crítica y por tanto no voy a volver sobre el tema, pero no
puedo dejar de decir que es una auténtica pena que los críticos no sean capaces
de ver más allá de lo obvio. Se supone que su función es, precisamente esa: ver
más allá de lo obvio.
“Infierno blanco”, me parece una
excelente película de aventuras y estoy seguro que con el paso del tiempo será
reivindicada por los mismos que ahora la han ninguneado.
Un avión que traslada a trabajadores
de una plataforma petrolífera se estrella en Alaska, en medio de la nada, y los
supervivientes del accidente tienen que hacer frente a la nieve, a las bajas
temperaturas, la falta de alimento y, para terminar de complicar las cosas, a una
manada de lobos que los considera intrusos que amenazan su territorio. Entre
los supervivientes se encuentra Ottway, un francotirador contratado por la
empresa para proteger a los trabajadores de las alimañas. Ottway se erigirá en
el líder del grupo.
El tema de la película es la vida y
la muerte, o mejor, vivir y morir, o todavía mejor, cómo vivir y cómo morir.
Ya desde el comienzo se nos dan las pistas:
el protagonista acaba de perder a su mujer; él mismo está a punto de suicidarse
y escribe una nota de suicidio; nada más estrellarse el avión, vemos que uno de
los pasajeros está mortalmente herido y el protagonista “le ayuda a morir”; uno
de los supervivientes elige morir en lugar de seguir luchando; y por supuesto
el final trata precisamente de eso, de morir y vivir, o de cómo morir y cómo
vivir.
Por si no fuera suficiente, en varias
ocasiones el protagonista recuerda un poema de su padre:
Una vez más en la lucha…
En el último combate que conoceré.
Vivir y morir en este día…
Vivir y morir en este día…
La lucha entre humanos y lobos se
plantea desde la sencillez. Los lobos son lobos y los humanos son humanos, los
lobos tienen un líder, un macho alfa, y los humanos también. Los lobos luchan
porque los humanos han invadido su territorio y los humanos para sobrevivir.
Hay que agradecer que la amenaza, por una vez sea una amenaza natural, es decir
propia de la naturaleza y que no haya, por medio, consideraciones fantásticas.
La historia se cuenta con las dosis
de acción y de pausa que necesita y los personajes están desarrollados
convenientemente, no asistimos a una sucesión de persecuciones sin tregua, y
esto también es de agradecer. Muchas películas de acción actuales se olvidan de
que es imprescindible el desarrollo de los personajes para que el espectador se
identifique, de alguna manera, con ellos de lo contrario no nos importa
demasiado lo que les ocurra a los personajes y por tanto se pierde el interés
en lo que se está contando y nos limitamos a disfrutar del espectáculo
audiovisual.
Las apariciones de los lobos están
rodadas de manera prodigiosa y la banda sonora, o mejor, los efectos de sonido
ayudan en gran manera a crear la tensión necesaria, y la música que acompaña la
secuencia final es una maravilla.
Si tuviera que poner algún pero diría
que los flashbacks del protagonista me resultan algo irritantes.
¡Atención! Hay un plano después de
los títulos de crédito finales. En general no soy muy amigo de escenitas
después de los títulos de crédito. En este caso es únicamente un plano y podría
no estar pero me inclino por decir que es un acierto ya que cierra la película
de forma circular haciendo alusión a un plano del principio de la película.
Creo que la película es mejor con este plano.
Liam Neeson entre lobos, al más puro estilo Jack London, soledad y aventuras en tiempos de crispación... y el romanticismo de lo blanco, la luz, la nada, ¿o el todo? ¿A alguien más le ha recordado a Gordon Pym? Saludos!
ResponderEliminar