Moneyball
cuenta la historia de Billy Beane (Brad Pitt), gerente de los Oakland Athletics, un equipo de béisbol de bajo presupuesto que no puede competir con
los equipos grandes capaces, cada año, de reforzar sus plantillas con fichajes
de jugadores fuera del alcance del presupuesto de Billy Beane. En estas
circunstancias, decide cambiar su política de fichajes y con la ayuda de un
joven economista llamado Peter Brand componer el equipo en función de las
estadísticas.
El
argumento no es nada nuevo, un equipo deportivo modesto que inesperadamente
alcanza el éxito.
Debo
reconocer que la película tiene un mérito enorme ya que consiguió interesarme a
pesar de que la mitad del tiempo no entendía de qué estaban diciendo. No
conozco el béisbol, no lo entiendo, no comprendo sus reglas y por supuesto
ignoro por completo esa especie de Santo Grial que son las estadísticas: bases
conseguidas, primera, segunda o lo que sea, carreras, strikes, home run, etc. Así
pues un mérito que tiene esta película es que a pesar de no tener ni la más
remota idea de lo que se está hablando (y se habla mucho) no desconectas de la
película y se sigue con facilidad.
Este
hecho es debido a que su ejecución es perfecta, los planos están bien buscados,
las escenas duran lo indispensable, la fotografía es la adecuada y por tanto,
el ritmo por un lado y el diseño de producción por otro son lo que tienen que
ser y esto hay que ponerlo en el haber de su director Bennett Miller que ya
dirigió maravillosamente “Truman Capote” con Philip Seymour Hoffman de inolvidable
protagonista que fue premiado con un Oscar, también su director y la película
fueron nominadas aunque, en estos apartados, no ganaron.
Pero,
a pesar de la agilidad de la narración, hay varios defectos que estropean el
film. El principal de ellos es el guión. Se trata de un guión muy descompensado
y donde la caracterización de los personajes secundarios, en los que la hay, es
anecdótica y superficial.
Completamente
desaprovechado Philip Seymour Hoffman, muy poco desarrollado el personaje de
Jonah Hill y absolutamente obviados todos los demás, la película queda en las
manos de Brad Pitt y lo que para la mayoría de los críticos es una maravillosa
interpretación por la que Brad Pitt ha sido nominado a todo, para mi es una decisión
equivocada de guión debida, con toda seguridad, a la circunstancia de que Pitt
es productor de la cinta (es significativo cómo aparece su nombre, por encima del título en el cartel de la película). De esta manera vemos a Brad Pitt en todas las
escenas, no se pierde ni una, y este hecho descompensa notablemente el
equilibrio de la película.
Y
además, nuestro protagonista, repite el mismo gesto o guiño de aparecer en casi
la totalidad de las escenas comiendo o bebiendo como ya hiciera en "Ocean’s Eleven", pero entonces era un gesto que identificaba al personaje y aquí, en el
mejor de los casos confunde (acabas esperando que aparezca por la puerta George Clooney) y en el peor de los casos, cansa.
A
pesar de todo lo dicho, a los americanos les encantará y hasta es posible que
le den el Oscar a su protagonista (ya se ha encargado él de que lo dirija un
director nominado), al fin y al cabo se trata de béisbol y además de Brad Pitt.
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