No se me ocurre nada bueno que decir de “Los amantes pasajeros”, la película de Pedro Almodóvar. Por no gustarme, no me
gusta ni el título.
Pedro Almodóvar tiene la capacidad de suscitar amores y
odios con cada nueva producción. Yo nunca he sido un fan incondicional de su cine, pero
tampoco un enemigo acérrimo. Siempre he creído que ha sido, y es,
uno de los directores más sobrevalorados del cine español. También es cierto
que muchos otros productos de la “Movida madrileña” de los años ochenta me
parecen absolutamente sobrevalorados.
Entre sus veinte películas hay de todo menos obras
maestras.
“Los amantes pasajeros” tiene todos los defectos del cine
de Almodóvar y ninguna de sus virtudes. Y, además, es una comedia que no hace
gracia que es lo peor que se puede decir de una comedia.
La película es una sucesión de skechs poco afortunados. La
comedia es el género más difícil; requiere acertar con el tono, con el ritmo,
con los diálogos, con los actores y actrices y, desde luego con el sentido del
humor. Nada de todo esto aparece en “Los amantes pasajeros”.
Los actores y actrices, que son estupendos, están
absolutamente encorsetados por las exigencias del director y por tanto han
perdido la frescura que es la principal virtud de muchos de ellos.
Los diálogos sólo buscan sorprender o escandalizar, denotan
falta de espontaneidad y no tienen ni pizca de gracia.
La película no es otra cosa que una serie de skechs muy mal
articulados. De hecho, Pedro Almodóvar es un ocurrente director de skechs, o de cortos pero nunca ha conseguido dotar a sus películas de la unidad y cohesión que precisan para ser algo más que una sucesión de gags con más o menos gracia y más o menos provocativos.
No hay historia que unifique la película, las pretendidas
historias de los distintos personajes no tienen interés, y desde luego, no hay narración.
Dicen que es una comedia gay. Gay sí que es, pero a comedia ni se acerca.
La ocurrencia de Almodóvar sólo daba para un corto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario