domingo, 24 de noviembre de 2013

Sólo Dios perdona, (Nicolas Winding Refn, 2013)

Hacer una película requiere una inversión económica que hay que amortizar. Esto ha sido siempre así, pero desde hace algún tiempo, las corporaciones que manejan los grandes estudios ejercen una presión extrema para asegurar beneficios en cada película. El efecto inmediato es la mutilación de cualquier veleidad artística que se salga de lo que se ha comprobado que funciona comercialmente. En una primera época del cine, todavía había “locos” que gastaban su dinero en películas arriesgadas que iban más allá de sus objetivos comerciales, que ponían los valores artísticos por delante de las garantías económicas. Hoy es muy difícil que ocurra esto. Si echamos un vistazo a la cartelera podemos ver que la gran mayoría de producciones están pensadas para amortizar la inversión sin ningún tipo de riesgo. Otro Supermán, otro Spiderman, otro Batman, más Vengadores, otro Robocop, más Zombies, otro Thor, más X-men, otro Lobezno, y para que no se nos escape nada, alguna de “dibujos”. Son producciones perfectamente diseñadas para hacer dinero, y secundariamente, dependiendo del interés y el talento del director, pueden tener más o menos calidad artística.
Por eso siempre me produce alegría encontrar una película que hace lo contrario, que antepone los valores artísticos a los comerciales. Este es el caso de “Sólo Dios perdona”. La misma historia se podría haber rodado para que acabara siendo un éxito de público y por tanto recuperara la inversión, bastaba con “narrarla” de otra manera, de una manera más ortodoxa, más comercial.
A “Sólo Dios perdona” la abuchearon en Cannes (en el mismo festival en el que su director optó a la Palma de oro con “Drive” y obtuvo el Premio al mejor director) y la crítica le ha dado por todos lados.
Ya he dicho en varias ocasiones que la crítica anda muy perdida desde hace tiempo y ha devenido, también, como la producción cinematográfica, en una crítica comercial que basa sus comentarios en todo menos en los aspectos artísticos de la obra que critica. A mi entender, la crítica debe analizar la película desde el punto de vista artístico, de la misma manera que se analiza un cuadro una escultura o un libro.
Desde este punto de vista, “Sólo Dios perdona” es una gran película, una obra de arte cinematográfica.


Hay varios aspectos a resaltar y por los que mantengo que, la película, es una obra de arte:
1.      La composición de los planos: Nicolas Winding Refn, con una meticulosidad propia de Stanley Kubrick, compone cada plano de la película con una intención determinada y ajustada a la composición global. Basta observar cómo, en ocasiones, enmarca a los personajes físicamente, con puertas, marcos de ventanas, etc. Otras veces los enmarca mediante la iluminación. Otras veces compone en planos medios con la simetría característica de Kubrick que otorga una sensación de armonía que no tendría de otra manera.
2.      La iluminación: No puedo ni imaginar el trabajo del director de fotografía para iluminar esta película. Cada escena está iluminada hasta el último detalle, toda la luz es intencionada, toda la oscuridad tiene un propósito.
3.      El color: Winding Refn utiliza colores saturados que recuerdan al cine chino. Se trata de una utilización emocional del color, algo que apenas se hace en el cine moderno, más preocupado por el valor estético o plástico del color y no por su valor como potenciador de las emociones de los personajes, algo que hacía Kubrick, o, antes, Nicholas Ray en “Johnny Guitar”.
4.      La banda sonora: La película tiene una banda sonora y no una banda musical como ocurre en la mayoría de películas manufacturadas para triunfar comercialmente. Hay sonidos, ruidos, música, incluso canciones pero al servicio de la película y no al servicio de la explotación posterior del CD.
5.      Los personajes: Los personajes están definidos de manera inmejorable, y con el mínimo de diálogos. Tanto “Drive”, su anterior película, como ésta son películas casi mudas a diferencia, también, del cine actual, enfermo de verborrea, en el que todo hay que explicarlo mediante interminables parrafadas. Recuerda a los personajes de Sergio Leone o de Clint Eastwood.
6.      La violencia: Se le ha reprochado, a la película, la violencia de algunas escenas. Lo que en “Drive” la crítica consideró una virtud, ahora lo considera poco menos que pecado mortal y, en Cannes, el público abandonaba la sala en señal de protesta. Cuando escribí el comentario de Drive (también en este blog), decía: Me ha sorprendido el uso de la violencia que se hace en “Drive”. Con todo lo que hemos visto no es fácil que un asesinato más nos llame la atención, pues bien, en “Drive” todos los asesinatos son estupendos (si se me permite expresarlo así), todos son diferentes y todos nos dejan pegados al asiento”. Este párrafo vale punto por punto para “Sólo Dios perdona” supera a “Drive” en cada ocasión. Basta con poner dos ejemplos: el primero es la ya famosa escena de la tortura (la que ha provocado protestas y abucheos) donde la cámara muestra a las mujeres con los ojos cerrados y nunca a los hombres con los ojos abiertos, lo que hace más impactante la escena, una escena espectacular y que recordaremos como una de las escenas imborrables en la memoria cinematográfica. El segundo ejemplo que he elegido, es la muerte de la madre del protagonista, una inesperada, sorprendente y maravillosa composición de Kristin Scott-Thomas en un registro completamente alejado de lo que nos tiene acostumbrados. Nicolas Windign Refn, hace un uso emocional de la violencia y no un uso espectacular y plástico como se hace en la inmensa mayoría de las películas.
7.      El tema: "Sólo Dios perdona" trata de la culpa y de la redención como muy pocas veces se ha hecho en el cine. El espectador llega a sentir el peso de la culpa en el protagonista y su necesidad extrema de redención.
Si repasamos los siete puntos que he comentado podemos ver que la película se aparta, en todos ellos, de lo que vemos a todas horas en el cine y la televisión, por tanto no es de extrañar que tanto público como crítica, sorprendidos e impactados por este atrevimiento hayan optado por lo más fácil, darle la espalda.
En el comentario de “Drive” decía: "Sólo hay tres cosas que no me convencen en la película, aunque entiendo que se trata de una opinión basada en el gusto y por tanto muy particular de cada uno: No me gustan los títulos de crédito; creo que pueden ser un homenaje a William Friedkin, pero, aún así, me parecen más adecuados para una comedia romántica con Meg Ryan que para un thriller violento y oscuro. Tampoco me gustan las canciones, hubiera preferido una banda sonora más oscura (¿jazz?, ¿blues?) y menos presente. Y por fin, tengo mis dudas sobre el uso de la cámara lenta, hay secuencias en que me parece que está perfecta pero hay otras en las que creo que sobra.
Y para terminar…, falta la lluvia."
En “Sólo Dios perdona”, los títulos de crédito, la banda sonora y la utilización de la cámara lenta son perfectos, eso sí, me sigue faltando la lluvia pero a cambio hay un policía-justiciero-psicópata absolutamente maravilloso.
“Sólo Dios perdona” es una extraordinaria película. Una valerosa y arriesgada película.
Me gustaría acabar recomendando una revisión de la filmografía de Nicolas Winding Refn. Sus películas, hasta “Drive” han pasado completamente desapercibidas pero son todas interesantísimas y con varias obras maestras en su haber que, más pronto que tarde, habrá que reivindicar. En todas ellas hay un interés por innovar y por dotarlas de una calidad artística que los aficionados al buen cine tenemos que agradecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario