En
el calendario romano los ides eran
días de buenos augurios y correspondían con el decimoquinto día de los meses de
marzo, mayo, julio y octubre y con el decimotercer día de todos los demás
meses.
Julio César, emperador de Roma, fue traicionado por un grupo de senadores de Roma que
urdió un complot para asesinarlo. En el año 44 a. C., Julio César acudió al
Senado para participar en una de sus sesiones y fue abordado por varios
senadores que le asestaron 23 puñaladas acabando con su vida. Ocurrió el 15 de
marzo, el ides de marzo.
“Los Idus de Marzo”, la película escrita, dirigida, producida y protagonizada por
George Clooney narra las interioridades de la campaña electoral de dos
candidatos demócratas en Ohio, al parecer, un enclave crucial para decidir el
vencedor de las Primarias del partido y por tanto candidato a presidente de la
nación. Esta elección se celebra en Marzo.
El
tema de la película es la honestidad, la integridad, la lealtad y la traición y desde luego,
la capacidad de corrupción del poder.
Si
todavía hay alguien que dude de la capacidad del cine para influir en la
sociedad de mil maneras diferentes bastaría con reflexionar sobre la cantidad
de información que nos proporciona sobre aspectos que, en principio, deberían
resultarnos totalmente ajenos. Conocemos mejor el sistema electoral americano
que el nuestro; sabemos cómo se financian los candidatos, cómo se estructuran
los equipos de campaña, cómo se preparan los debates, cómo se negocian los
apoyos, etc.
George Clooney realiza una película, basada en una obra
de teatro, que examina sin contemplaciones las interioridades de la lucha por
una candidatura a la presidencia de Estados Unidos.
Clooney
pone el centro de interés de su narración en el interior de sus personajes más
que en las circunstancias de la trama en sí. Me parece un acierto, entre otras
cosas porque se ha rodeado de un elenco de actores en estado de gracia: Ryan Gosling (su papel iba a ser interpretado por Leonardo DiCaprio, productor ejecutivo
de la película), Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti y, por supuesto, el
propio Clooney. Entre ellos tengo que destacar a Ryan Gosling, un actor que se
merecía un Oscar por "Drive" y que aquí está sensacional, en un papel muy complicado
ya que tiene que hacer creíble para el espectador la evolución interior de su
personaje desde el idealismo, la ingenuidad y la fe ciega en su candidato hasta
un maquinador frío y despiadado.
Clooney
tiene muy claro que una de las cosas que pueden lastrar la película es su
origen teatral y hace todo lo posible para remediarlo: cambio continuo de
escenarios, movimientos de cámara siempre que puede, plano y contraplano en
todas las conversaciones entre dos personajes y, por último, el uso reiterado
de los primeros planos. Todas estas decisiones están llevadas al límite y a
veces se nota que estos recursos no siempre son necesarios y por lo tanto
sobran.
De
todas estas decisiones, la última (los primeros planos) creo que se le va un
poco de las manos. Un primer plano tiene que tener un propósito, como lo tiene
que tener un picado, un contrapicado o un travelling, son decisiones que hay
que meditar y desde luego no utilizarlas por sistema. En la película creo que
hay demasiados primeros planos que tienen como objetivo despojar a la cinta de su
carácter de obra teatral y también poner el acento en el interior de cada
personaje, la decisión puede entenderse pero es cuestión de medida.
“Los
Idus de Marzo” es una estupenda película, excelentemente interpretada y sin
concesiones a la galería. No es una obra maestra pero se agradece que sea una película
adulta, bien rodada y bien pensada, que plantea temas importantes y que está
interpretada de forma inmejorable desde la contención y el talento de todos los
actores que participan.
Para
terminar, y aunque parezca contradictorio con lo que he comentado sobre la
puesta en escena, tengo que decir que toda la escena final de Ryan Gosling
caminando hacia el set de televisión donde lo van a entrevistar es magnífica y
que el último plano, un primer plano de su rostro que se mantiene hasta
producir desasosiego en el espectador y que dura lo suficiente para que los
espectadores pensemos (algo que ya no se estila en el cine actual), es una
maravilla. No todos los actores, ni siquiera muchas de las “estrellas”
de primera fila, son capaces de aguantar ese primer plano y trasmitir justo lo
que se pretende.
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