Se
trata de una película iraní dirigida por Asghar Farhadi que ha obtenido
numerosos premios y entre ellos el Oscar a la mejor película de habla no
inglesa.
No
he visto las otras candidatas pero Nader y Simin es una magnífica película y
desde luego se merece un Oscar.
La
película es una especie de thriller que se apoya en un melodrama familiar, y se
desarrolla en el Irán actual.
Una
de las premisas del cine es que la película que vemos tiene que ser verosímil,
es decir, según las reglas preestablecidas para los diferentes géneros
cinematográficos una película tiene que tener una cierta coherencia interna. Y
esta premisa funciona igual para una película del Oeste, un drama o una
película de ciencia ficción.
Nader
y Simin da un paso más, el espectador asiste a lo que ocurre en pantalla como
si lo viera desde el mismo lugar en que está ocurriendo. Se tiene la sensación
de que estamos asistiendo a un episodio que está ocurriendo y del que somos
testigos. Esta sensación no se consigue casualmente, requiere una puesta en
escena determinada, unos actores determinados y un guión absolutamente creíble.
En
Nader y Simin, el espectador entiende a todos los personajes, se identifica con
todos ellos puesto que todos tienen razón, su razón para actuar como actúan. No
es fácil conseguirlo y aquí se consigue precisamente por lo que decía antes, lo
que vemos es como un trozo de vida.
Asghar
Farhadi utiliza una puesta en escena muy bien adaptada al tipo de narración que
pretende. Fotografía muy realista, espacios estrechos que obligan a los
personajes a situarse muy cerca uno del otro, actores muy creíbles, y planos
muy cortos que nos presentan siempre a los actores a la altura de los ojos y a
la distancia que, en la vida real, nos situamos para entablar una conversación.
La
intención del director la podemos ver ya desde la escena de apertura; Nader y
Simin, un joven matrimonio iraní, están sentados uno al lado del otro delante
del juez ya que ella quiere solicitar el divorcio. El motivo para pedir el
divorcio es que ella, Simin, cree que deben irse del país para que su hija
Termeh, de once años, tenga mejores oportunidades. Nader, el marido, está de
acuerdo pero explica que no puede irse ya que debe cuidar a su padre, que vive
con ellos y padece Alzheimer. Ella dice, en un momento: “Pero si no te conoce”,
y él contesta “Pero yo si lo conozco a él”. Toda la escena está rodada desde la
posición del juez, al que no vemos, con la cámara absolutamente inmóvil y con
Nader y Simin sentados enfrente del espectador y tomados en plano medio.
El
director nos sitúa ya como testigos y jueces de lo que vamos a ver, nos obliga
a considerar las razones de los personajes, a escucharlos y entenderlos. Y ya
desde esta escena nos damos cuenta de que ambos tienen razón, su razón. A
partir de aquí no nos queda más remedio que asistir al desarrollo de la
historia desde el punto de vista en que nos ha situado el director y del que no
nos sacará en ningún momento.
Para
terminar hay que decir que los actores son todos maravillosos y nos los
creemos, nos cuesta incluso creer que no exista ese piso con ese matrimonio, la
hija y el padre con Alzheimer.
En
definitiva una excelente película que merece la pena ver y que sería una pena que
la gente tuviera algún reparo por el simple hecho de tratarse de una película
iraní y temer que nos vamos a encontrar con una película lenta y pesada…, nada
más lejos de la realidad.
A mi también me encantó esta peli y nos da una visión de Irán que no era, creo, el que imaginábamos viendo los telediarios.
ResponderEliminarManu Cirujeda