Introducción
Hubo un
tiempo en que el cine se veía pero también se leía.
Internet y
la extensa oferta audiovisual que nos asalta a diario lo ha cambiado todo; los
espacios dedicados a libros de cine, en las librerías generales, han ido
menguando hasta desaparecer y las librerías especializadas han ido cerrando una
tras otra hasta quedar reducidas a unas pocas, en unas pocas ciudades. La
oferta se limita, casi exclusivamente, a lo que las tiendas online nos ofrecen
desde la frialdad catódica de sus escaparates.
A pesar de
todo, me he animado a publicar una serie de artículos con reseñas de libros de
cine porque creo que el cine también se lee.
Nadie es perfecto
Hellmuth Karasek, Billy Wilder
Editorial: Grijalbo, 1993 / Mondadori, 2001
Págs.: 468 / 504
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Usted ha trabajado
para muchos grandes directores…
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No, no, yo sólo he
trabajado para dos grandes directores, para Von Sternberg y para Billy Wilder.
Marlene
Dietrich contestando a la pregunta de Peter Bogdanovich, en su libro “Picture Shows”.
Billy
Wilder (1906-2002), estuvo nominado al Oscar, doce veces como guionista y ocho
veces como director. Lo ganó tres veces en el apartado de guion y dos en el de
dirección. Es el autor de una veintena de obras memorables. Dirigió su última
película en 1981.
Billy Wilder es uno de los guionistas más brillantes que ha
dado el cine y uno de los directores más inteligentes de la historia. Ambas
características, la brillantez y la inteligencia constituyen la base de este
libro que recorre su vida y su obra. Wilder va salpicando el texto con
anécdotas de rodaje, opiniones sobre actores y directores y, en fin,
convirtiendo el libro en una auténtica crónica de la historia de Hollywood
desde sus comienzos hasta casi nuestros días.
Lo que hace del libro una lectura imprescindible para todos
los que amamos el cine es la personalidad de Billy Wilder, un personaje agudo,
ácido, sardónico y perspicaz que dota a esta biografía de una cualidad casi
cinematográfica.
William Holden dijo que “su mente
estaba llena de hojas de afeitar”.
Fernando Trueba, cuando recogió el Oscar por “Belle Époque” dijo: “Quisiera creer en Dios para darle las
gracias, pero sólo creo en Billy Wilder. Gracias míster Wilder.”
Michel
Hazanavicius, cuando
recogió el Oscar por “The artist”, dijo: “Quiero dar las gracias a tres
personas. Gracias a Billy Wilder, gracias a
Billy Wilder y gracias a Billy Wilder”.
Ya hace tiempo que nos dejó Billy Wilder
y nadie ha sido capaz de ocupar su lugar, nadie hace las películas como las
hacía él.
“[…]
nadie tiene su talento para acercarse a la verdad a través de la mentira” (Gregorio Belinchón, El País, Enero de
1994).
En el libro, Wilde, cuenta que una de
las frases de Marilyn Monroe en “Con faldas y a lo loco” (Where is the Bourbon?) “tuve
que filmarla ochenta veces” a lo que Hellmuth Karasek apostilla: “En la última entrevista, que había leído de
él, habían sido 63 veces”.
Wilder tenía en su despacho un cartel en
el que se podía leer: “¿Cómo lo haría Lubitsch”. En el cine, viendo una
película, muchas veces me he preguntado: ¿Cómo la hubiera hecho Billy Wilder”.
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